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19 dic 2018

Aplicación de la lengua: Lingüística forense (e identidades)

La Lingüística forense es una de las muchas ramas que tiene la lingüística aplicada y forma parte de las llamadas Ciencias del lenguaje. Considero que es un tema interesante para los alumnos de Bachillerato (y también así para cualquier invitado que pase por el blog) porque pueden comprobar que el estudio de la lengua (la Filología) se puede encaminar hacia derroteros muy dispares y apasionantes

La Lingüística forense se ocupa principalmente en tres cosas: lenguaje jurídico (redacción de leyes, comunicados administrativos, etc.), lenguaje judicial (relativo al que se utiliza en las cortes o durante un juicio) y lenguaje evidencial o probatorio, que es, quizá, el que más llame la atención.

Vídeo de TedTalks - Gerardo Bolívar

En el vídeo, tenemos algunos casos criminales que se han resuelto gracias a la actuación de la lingüística, auspiciada, por supuesto, por científicos dedicados al estudio del lenguaje y sus variaciones. Para este propósito, la lingüística forense se utiliza en combinación con otras técnicas de la criminología

En la lengua subyace nuestra identidad: hablando nos conocemos y nos damos a conocer. Hay un concepto clave muy simpático dentro de estas cuestiones que es "shibboleth". Esta palabra viene de un episodio bíblico en el que dos pueblos se enfrentaron entre sí y para discernir quién pertenecía a uno u a otro se les pedía pronunciar "shibboleth", lo cual delataba su identidad.


Y eso es algo que hemos estudiado en las variaciones lingüísticas, ¿verdad? Podemos saber de dónde es una persona por su manera de hablar y, gracias a las ciencias del lenguaje, también se puede llegar más allá: no sólo sabemos de dónde es, sino quién es. Las variaciones diastráticas pueden delatar nuestro origen social; las diafásicas, nuestro nivel de estudios. La lengua que utilizamos lleva nuestra identidad. Otro concepto interesante es el de "idiolecto", que es la manera particular que tiene de hablar cada individuo; es decir, ¡hay infinitas hablas de una lengua!

15 dic 2018

Pequeño ejercicio de reflexión en cuanto al sexismo del lenguaje

Este blog está destinado, como ya sabéis, y creo que se nota por su contenido, a personas en formación: su público objetivo son los alumnos de Lengua y Literatura de Bachillerato, pero cualquiera que se sienta cómodo puede venir por aquí y participar en los debates, dejar comentarios, compartir su punto de vista, etc. 

En cualquier caso, no es un sitio de apologías, salvo la de tener la puerta siempre abierta y la mente crítica, incluso cuando se trata de un tema que nos gusta mucho o el sentido común nos incita a apoyarlo incondicionalmente. ¡Nunca! Hay que mantener cierta actitud de distanciamiento para poder ver las cosas con claridad y extraer nuestras propias conclusiones y no las que pretenden imponernos. Lo que yo opine o no opine no es nunca la respuesta correcta. Así que, cuando pido un ejercicio de reflexión, no me apetece volver a leerme ni que argumentéis con lo que creéis que yo quiero que pongáis. ¡Al contrario!

Mirad este vídeo antes de comenzar con la actividad: con los primeros treinta segundos es suficiente.

Sexismo en el lenguaje

Por eso, propongo estos fragmentos para que los comentemos acerca del uso sexista del lenguaje, que es también una de las variables que lo hacen cambiar, porque, ya sabéis, hay una interrerlación entre lenguaje y cultura muy difícil de desgranar. Vamos a ver si el lenguaje es diferente para hombres (personas que se consideran del género masculino) y para mujeres (personas que se consideran del género femenino):
  • Una de las diferencias que más se marcan es el empleo de términos androcéntricos y el masculino generalizado.
Las repercusiones del uso del masculino como generalizador o presunto generalizador, en la lengua castellana, han sido estudiadas con detenimiento por Álvaro García Meseguer: «La ambigüedad del género masculino en particular y la estructura masculinizada del idioma en general, tiene un efecto más genérico, ya que no sólo provocan una ocultación sistemática de la mujer y todo la que a ella atañe, sino que además producen una especie de masculinización en el cuadro de clavijas de la mente y sesgan, por rutina de reflejos, nuestra forma de captar el mundo». El autor señala que «el género masculino aparece frecuentemente, unas veces con carácter específico y otras genérico. El resultado es que la mente identifica por rutina, de modo inconsciente a lo masculino con lo total, al varón con la persona (...) Lo femenino, la mujer, es tratado por la sociedad hispanohablante como lo no-masculino, es decir, algo que no está en paridad, que aparece como excepción a la regla». Y considera que el proceso de ocultación de la mujer «es tan sutil que parece ideado por una mente maquiavélica. Y, en efecto, tal mente ha existido: es la mente del poderoso colectivo varonil de todos los tiempos que ha ido conformando el lenguaje a su medida y conveniencia.» 
Este texto pertenece a Amparo Moreno Sardá


Foto de Cory Schadt en Unsplash (CC0)

En relación con los genéricos androcéntricos, cuando se dice “El hombre únicamente es feliz cuando se realiza a sí mismo”, con la palabra hombre se incluye a “hombre” y “mujer”, porque no interesa hacer la distinción, como tampoco interesa hacerla con la palabra día cuando decimos: “Usted tiene tres días para entregar el informe”, que incluye a “día” y “noche”. En cambio, sí aparecerá la distinción de género cuando se quiere hacer la distinción: “No sólo el hombre debe tener acceso a los cargos directivos de una empresa”, donde no se puede negar que la palabra “hombre”, que está explícita, se opone a “mujer”, que no lo está. Y lo mismo ocurre con “El solsticio de invierno corresponde al día más corto del año”, donde “día” se opone a “noche”, que no se menciona. [...] 

Con el masculino plural con valor genérico (los padres, los alumnos, los médicos...) ocurre lo mismo, aunque hay que reconocer que el hecho de que esta fórmula opera sólo cuando se trata del género real y no del arbitrario, es una nueva concesión al androcentrismo. [...] Todavía más: aunque la distinción de sexo entre los seres vivos es un hecho objetivo, al hablante no siempre le interesa hacer la distinción. Por eso no es raro que, tratándose de animales domésticos, sí le interese el sexo, y entonces la diferencia la expresará en la lengua, léxicamente o por medio de una marca: potro/yegua, gato/a, gallo/ina. Pero en muchas lenguas existen los llamados sustantivos epicenos que se aplican a los animales machos y hembras de una especie, sin distinción de sexo, porque al usuario no le interesa hacer tal distinción: la pantera, el gorila, el elefante, la serpiente. Fenómeno que también ocurre con sustantivos epicenos que se refieren a seres humanos, como la persona, la guagua, la gente, el individuo.
Este texto pertenece a Claudio Wagner

Me gustaría saber qué pensáis acerca del uso gramatical y lingüístico que se hace de los términos androcéntricos (utilizar el hombre por humanidad) y el masculino genérico o, si lo queréis de la otra forma, del femenino como elemento marcado. 

¿Consideráis que hablar siempre -o la mayoría de las veces- con masculinos genéricos puede influir en cómo vemos el mundo? 


Aquí tienes una pequeña guía para hacer cambios rápidos y fáciles en tu lenguaje si te interesa la cuestión del sexismo.

11 dic 2018

Variedades diafásicas

Otra forma que tiene la lengua de variar es a través del registro. Ya hemos visto que puede variar a lo largo de la historia, lo que significa que si leemos un texto podemos situarlo en una fecha determinada (seguro que sabéis decir si es actual o antiguo, aunque no sea el año exacto), y que varía también por la localización, es decir, cada región tiene una manera de particular de hablar con unos rasgos fonéticos lo bastante estables para que se consideren un dialecto.

Si quieres saber más sobre el registro, consulta aquí.

Ahora tenemos el registro. Esta variación consiste en que el hablante puede adecuarse a diversas situaciones y para ello elegirá un habla más formal (cuando se dirige al médico o a una persona que no conoce) o un habla más informal (entre compañeros, familiares, etc.). A veces hay una situación intermedia. Para decidir qué registro se está usando, tenemos que ver los rasgos de cada modo e identificar cuáles tienen más peso.

Foto de rawpixel on Unsplash (CC0)

¿Cómo es el lenguaje coloquial?

  • Afectivo. Dentro de las funciones del lenguaje de Jackobson, representa la función emotiva, por lo cual el lenguaje coloquial está muy cerca de la expresividad, de los sentimientos, de las opiniones... Se centra en el emisor.
    • Aparecen interjecciones y palabras con valor expresivo: ¡Eh! ¡Ay! ¡Hombre! ¡Pues vaya!
    • Se tutea al receptor.
    • Nexos con valor enfático: ¡Que me dejes en paz! ¡Pero bueno, menudo desastre! ¿Y ahora qué?
    • Repeticiones para transmitir mayor intensidad: Este coche es bueno bueno.
    • Ordenación subjetiva: El móvil, dame el móvil, anda.
    • Adjetivos y adverbios valorativos: Es precioso, ¿a que sí?
    • Diminutivos y aumentativos con diversos valores (apreciativos, afectivos, irónicos, etc.): Está delgaducho, Vaya vocecita, ¿Ese es tu perrito?
    • Afirmación y negación afectivas y categóricas. No, no, no y mil veces no. ¡Ni loca!, ¡Ay, claro que sí, por supuestísimo que sí!
    • Expresiones cariñosas (a menudo, insultos atenudados): Menudo borrico estás hecho. Mira que eres tontito.
    • Metáforas e hipérboles coloquiales: Te lo he dicho un millón de veces. ¿No os morís de frío con la ventana abierta?
    • Recursos de autoreafirmativos: Mal de muchos, consuelo de tontos. Eso es lo que digo yo.
    • Verbos de valoración subjetiva: No me gusta ir de compras. Me encanta leer.
    • Aparecen también las funciones conativa y fática: Mira, Laura. Ve a la cocina, ¿puedes? ¿Qué tal Margarita? Se encuentra bien, ¿no?
  • Práctico. Persigue fines concretos e inmediatos, así que el lenguaje es más económico.
    • Al tener un contexto en común con el receptor, puede permitirse dejar huecos en blanco porque el receptor es capaz de rellenarlos con la información que comparten. Elipsis: Lo del otro día, ¿qué tal fue?
    • Poca subordinación y nexos polivalentes: No vengas, que no voy a estar. 
  • Espontáneo. Por eso tiene este lenguaje un aspecto poco elaborado y cuidado, ya que es eminentemente oral o, cuando se escribe, también se busca la comunicación rápida, como en el caso de los mensajes.
    • Se rompe la construcción sintáctica, no se terminan las frases, hay cambios estructurales por el énfasis: A María le va a encantar el regalo, claro que sí, esa de la clase que se sienta con Juan.
    • Muletillas sin significado: Bueno, vale, pues, eh...
    • Palabras polivalentes: Esas cosas no me gustan. Es una partícula que se pone delante del verbo. 
Vídeo de Quique Castillo

¿Cómo es el lenguaje formal?

Habiendo visto las características del lenguaje coloquial, es bastante sencillo hacerse una idea de cómo funciona el lenguaje formal. Por supuesto, también se da en la oralidad, aunque su presencia sea, quizá, más frecuente en los textos escritos, donde tendemos a utilizar un español estándar.

Jerga y argot

A veces, las personas que forman parte de un grupo emplean un lenguaje comunitario que no es comprensible para quienes no estén dentro de ese grupo. A eso se le llama jerga. Por ejemplo, cuando los médicos hablan con términos precisos propios de su especialidad, una persona lega podría tener serios problemas para comprender a qué se están refiriendo; por eso tienen que explicar qué significan esos términos. Todas las profesiones tienen palabras especializadas para su ámbito de trabajo.

Foto de W A T A R I on Unsplash (CC0)
La jerga también aparece en otros contextos; por ejemplo, entre los seguidores de una serie, los aficionados a la informática, etc. Cuando adquiere un matiz marginal y se emplean con la intención de que quien lo escuche y no sea del grupo no lo entienda, hablamos de argot. Pensemos por ejemplo en los términos carcelarios, de la droga, la delincuencia, etc.

7 dic 2018

Variedades diatópicas (1): lenguas en contacto

Como hemos podido apreciar en el post dedicado a la variación diacrónica, la lengua es un ser vivo que se nutre de otras lenguas: nunca permanece estática y no es solo el tiempo lo que la hace cambiar. 

Imaginaos que en la Península solo se hubiera hablado latín desde la conquista de los romanos hasta la actualidad: ¿consideráis que se habría mantenido un latín uniforme y estándar idéntico al de hace casi dos milenios? ¡Claro que no! Ya entonces se diferenciaba, grosso modo, entre el latín vulgar y el latín culto e incluso dentro del Imperio había muchas variedades.

Aparte del paso del tiempo y una evolución natural de las lenguas que los hablantes van adaptando por el uso, existe una cuestión muy básica y fácil de entender para los que viven en territorios bilingües: las lenguas en contacto también hacen que cambien porque se relacionan.
"Speaking" de Oleksandr Pidvalnyi en FreePhotos (CC0)

Algunos conceptos clave

  • El bilingüismo hace referencia tanto al territorio en el que se hablan dos lenguas (normalmente cooficiales) como al individuo que tiene una alta competencia en dos idiomas y es capaz de expresarse en ambos por igual o, por lo menos, de manera muy similar. 
Vídeo de Xataka sobre el cerebro bilingüe

Por supuesto, hay distintos tipos de bilingüismo;  pasan por aquellos que entienden una lengua, pero no son capaces de hablarla (o escribirla) hasta un bilingüismo fluido, poco fluido o incipiente para quienes empiezan a tener contacto con otra lengua, entre otros. Esta propuesta es interesante y muy alentadora, ya que se concibe el aprendizaje de una lengua como un continuum efectivo con verdaderas repercusiones.

Puedes entrar en este artículo sobre la ventaja de ser bilingüe. Aparte de lo que aparezca en el texto, yo añado una razón más para aprender otra lengua: ¡no os quedéis en los límites de la vuestra! Si es un sistema para reflejar el pensamiento, ¿cuánta mayor capacidad tendremos si hablamos una segunda, tercera o cuarta lengua? Ya sabéis que las romances están emparentadas con el castellano y pueden resultar un buen modo de empezar.
  • La diglosia se enfoca principalmente en el territorio o en las sociedades que los ocupan, pero no en el individuo. Es una situación en la que conviven dos variantes de la lengua (diglosia estricta) o dos idiomas (diglosia amplia). Estas variantes están jerarquizadas y una se emplea en ámbitos formales como los medios de prensa, la universidad, la administración, etc. y la otra se reserva para ámbitos coloquiales como la familia, amigos, Internet, etc.
Es importante resaltar que el individuo elige voluntariamente las variedades según el contexto porque conoce las connotaciones de cada variante. Esto se llama "alternancia de código" y es un uso pragmático de la lengua que el ser humano hace de forma espontánea y natural.

Qué pasa al mezclar lenguas

Podemos tener una alternancia de código, tanto voluntaria como involuntaria. ¿Alguna vez se os ha olvidado cómo se dice una palabra en español pero sí la sabéis en valenciano, inglés u otro idioma? ¿Hablando no os pasa que tenéis una palabra ideal de otro código, pero que no la encontráis en castellano?

La alternancia de código también nos da la oportunidad de hibridar lenguas con el propósito de crear composiciones literarias que beben de una realidad, de una identidad lingüística más complejo. Os comparto por aquí el poema de Pat Mora, "La Migra".
I
Let's play La Migra
I'll be the Border Patrol.
You be the Mexican maid.
I get the badge and sunglasses.
You can hide and run,
but you can't get away
because I have a jeep.
I can take you wherever
I want, but don't ask
questions because
I don't speak Spanish.
I can touch you wherever
I want but don't complain
too much because I've got
boots and kick--if I have to,
and I have handcuffs.
Oh, and a gun.
Get ready, get set, run.
II
Let's play La Migra
You be the Border Patrol.
I'll be the Mexican woman.
Your jeep has a flat,
and you have been spotted
by the sun.
All you have is heavy: hat,
glasses, badge, shoes, gun.
I know this desert,
where to rest,
where to drink.
Oh, I am not alone.
You hear us singing
and laughing with the wind,
Agua dulce brota aquí,
aquí, aquí, but since you
can't speak Spanish,
you do not understand.
Get ready.
También es posible que el contacto entre lenguas produzca lenguas nuevas, como es el caso de las lenguas pidgin o el criollo.

En el caso del pidgin, tenemos que pensar en zonas donde coexisten muchas lenguas diferentes. Las personas van a buscar la manera de entenderse, por eso fabrican de manera artificial un sistema de comunicación para las transacciones comerciales, por ejemplo. Es una lengua práctica, no tiene hablantes nativos y la gramática y el vocabulario están simplificados, muy enfocados a ese evento en especial. Digamos que es como una pequeña lengua inventada para ser usada en una ocasión (tiene algún rasgo en común con el concepto de lengua vehicular).

"Criollo" de Kim Hausen en Wikipedia (CC BY-SA 3.0)
La lengua criolla sería la evolución de la lengua pidgin, es decir, una consecuencia de su uso continuo, lo que la vuelve estable y con capacidad para desarrollarse: admite nuevas formas, el vocabulario se generaliza (porque se emplea en más de una situación comunicativa) y existen hablantes nativos. Estas lenguas, además, están muy influidas por las culturas de las que proceden y también presentan hibridación en ese sentido.

3 dic 2018

Recopilaciones sobre etimología - ⭐Curiosidades lingüísticas⭐

¿Qué tienen en común estas palabras? ¿De dónde crees que proceden?

aspirina
bamba
bótox
burofax
celo
chupachups
fotomatón
futbolín
gominola
gula
infografía
kiko
licra
mercromina
neopreno
quiniela
pimpón
plastilina
polo
potito
pósit
rímel
sonotone
termo
típex
tirita
uralita
velcro
vaselina
wifi
Lo que tienen en común estas palabras es... ¡que todas proceden de marcas registradas! Esto a veces es un problema para los dueños de dichas marcas, ya que si aparecen en el diccionario, pueden convertirse en palabras de uso común y legítimo por los propios competidores; sin embargo, la RAE admite en su etimología la procedencia de estas palabras aceptadas indicando su naturaleza.


"Gummibärchen" de Hans en Pixabay (CC0)

Cualquier usuario de la lengua puede hablar de "chupachups", "típex" o "tiritas" si no obtenemos beneficios económicos. La función del diccionario es, entre otras, hacer una lista (¡enorme!) de las palabras, expresiones y locuciones que se emplean en el castellano para que cualquier persona pueda conocer su significado; por eso, si una marca se convierte en una manera de designar a todo un conjunto (por ejemplo, "rímel" por "máscara de pestañas" o "gominola" por "chucherías") es también, por definición, el concepto en sí, por lo que debe aparecer explicado en una obra académica tan importante como el diccionario.

Un poco de etimología

La palabra "izquierdo/a" proviene del euskera, esa lengua misteriosa e indestructible que lleva milenios en la Península ibérica. Es una palabra de uso común que seguramente empleamos a menudo. Viene de "esku" (mano) y "kerros" (torcido). La forma de expresarlo es realmente curioso, pero para curioso os dejo por aquí un hilo de Twitter que es una maravilla y habla, precisamente, sobre la etimología de algunas palabras vascas.
¿Serías capaz tú con ayuda de algún diccionario etimológico sacar la etimología de alguna palabra de tu lengua? ¡Seguro que acabas descubriendo cosas tan poéticas como le ocurre al vasco! Te propongo unos pocos para que investigues por tu cuenta:
  • Piropo
  • Capicúa
  • Morriña
  • Brindis
  • Cantimplora
"Glasses Toast" de Free-Photos en Pixabay (CC0)

En Cultura Inquiera tenéis una falsa etimología sobre la palabra "dabuti" y Amadeo de Saboya que es, sencillamente, fantástica. ¿Os animáis a crear una falsa etimología?

Nombres propios que se convirtieron en comunes

  • Rebeca. La prenda esa que tu madre te dice que te lleves por si refresca tiene su origen en una película de Hitchcock cuya protagonista se llama así. La peli está basada, además, en un relato de Daphne de Maurier y merece mucho la pena.
  • Lolita. Este es el nombre de la controvertida novela de Nabokov que hoy, incluso, se sigue entendiendo mal, ya que su protagonista se ha asociado a una mujer joven, atractiva y seductora, cosa que no es cierta, ya que esos atributos está en los ojos de Humbert Humbert y no en Lolita. No obstante, ha pasado al vocabulario general con ese sentido. ¡Daría para un debate literario!
  • Jeremiquear. Aunque está cayendo en desuso, es una palabra que tenemos que rescatar del olvido porque cada vez que se dice, alguien se queda sorprendido. Viene del profeta bíblico Jeremías y significa algo así como "pedir con gimoteos". Suena parecido a lloriquear.
  • Maruja. Derivado de una forma "afectiva" del nombre de María, creo que todos tenemos más o menos claro su significado. En el DRAE, además, se matiza añadiendo que es un ama de casa de bajo nivel cultural. ¿Estamos seguros de que siempre es así?
  • Leonhart Fuchs. Este señor, botánico alemán, es el responsable de que al rosa chillón lo llamemos fucsia.
Aquí puedes encontrar una larga lista de epónimos, que son los nombres propios que pasan a designar palabras comunes o incluso lugares, ya que tienen un referente en persona, sea real o no (por ejemplo, Aquiles, héroe griego, nos ha dejado el término "talón de Aquiles").